En El País
Sus seguidores llevaban tiempo reclamando una antología de su trabajo y, por fin, el argentino Andrés Calamaro edita Andrés, sus Obras incompletas, un total de seis discos y dos DVD que incluyen, además de 54 canciones inéditas, una selección de lo mejor de su carrera desde Alta suciedad hasta hoy.
El porteño, que según ha comentado hoy se considera un "amante de los números redondos", cierra así un ciclo que comprende sus diez últimos años de carrera musical, desde que en 1997 decidiera emprender su camino en solitario tras la disolución de Los Rodríguez, hasta la publicación del que hasta la fecha es su último álbum de estudio, La lengua popular (2007).
Representado bajo una estética "visiblemente comunista", en este recopilatorio Calamaro expande su prolífica obra con más de medio centenar de canciones que hasta ahora no habían visto la luz, entre ellas 'De la lluvia', descartada en su momento como parte de Alta suciedad; 'El manifiesto común', sobre "las prácticas humanas más espantosas"; o 'Rivothiller', una especie de "catarsis al estilo Pollock", explica el músico.
Los temas que le permitieron vivir de la música
Seguro de que estas composiciones inéditas "sorprenderán", Calamaro, que se ha erigido en uno de los grandes el pop-rock hispanoamericano, asegura sentir "gratitud" por sus canciones más emblemáticas -'Flaca',
'Paloma', 'Te quiero igual'...- porque son éstas y no quizá sus preferidas las que le han permitido "vivir de la música". De hecho, todos sus grandes éxitos se han compilado en un disco alterntivo en el que tan sólo se incluyen 18 cortes, además de un DVD con varios videoclips y grabaciones en directo.
"Para hacer un greatest hits hay que tenerlos, por eso es algo bellísimo poder hacer un disco sólo con los temas que te han llevado al éxito", dice el artista, que se considera a sí mismo un músico "incompleto", una cualidad que ha corroborado tras relacionarse y compartir colaborciones con "auténticos genios".
El cantante, que ha transitado por géneros como el folk, el rock o el tango, asegura que en cuanto a composición de canciones se refiere, actualmente sufre el "síndrome de la página en blanco", lo que no significa
que esté planteándose un periodo sabático o de no creación. "Estoy bloqueado ante un espacio en blanco que no puedo rellenar, pero eso me pasa todos los días, no tiene por qué ser un problema porque la composición es sólo una parte de lo que significa ser músico", subraya Calamaro, para quien el enemigo "no es Bin Laden ni la crisis, sino escuchar lo que opinan los fans de tu música", bromea.
Andrés, en su versión extendida de seis discos, incluye también un libro con todas las letras de las canciones, textos escritos por el propio Calamaro y dedicatorias de algunos amigos del artista, como Fernando
Trueba, quien ha acompañado hoy al cantante y que no ha dudado en declararse "seguidor incondicional" del músico. Con este trabajo, Calamaro visitará las ciudades españolas de Barcelona -6 mayo-, Salamanca -7 mayo-, San Sebastián -9 mayo-, y Madrid -10 mayo-; además de las ciudades mexicanas México DF -16 mayo-; Monterrey -19 mayo-, Guadalajara -22 mayo- y Puebla -24 mayo-.
En Público
Una rueda de prensa de Andrés Calamaro es sinónimo de espectáculo. Empezando por su pose ante los periodistas: de pie, con el micro en la mano y contorneándose a un lado y al otro. Una mezcla entre Elvis y Cassius Clay. El cantante reunió ayer a los medios en un céntrico hotel de Madrid para presentar la caja Obras incompletas, que incluye seis CD tres de ellos, los más sustanciosos, con material inédito, dos DVD y un libro.
Ataviado con un sombrero y una camiseta negra con la inscripción "I saw Elvis" (Yo ví a Elvis), el cantante fue presentado por Fernando Trueba, que sembró su discurso de íntimas confesiones sobre su relación con el repertorio del argentino. "Yo, que tengo que hacer ejercicio, me pongo la música de Andrés y me da un gran subidón, puedo caminar kilómetros y kilómetros sin enterarme", reveló el director de cine.
Pero la estrella era la estrella. Cuando habla, al menos con los periodistas, Calamaro es como un arquero beodo: la sentencia ingeniosa flota en algún lugar de su mente, deambula alrededor de ella, la visibiliza, apunta tembloroso con la flecha y, finalmente, cuando dispara, la dirección del tiro es impredecible. Un ejemplo: "Esta caja recoje canciones desde el 97 al cero cero siete, ehm... un año con licencia para matar". En decir esta sencilla frase tardó casi un minuto.
Rara vez responde a lo que le preguntan, aunque en la mayoría de ocasiones la respuesta final es más interesante que la cuestión del periodista. Parece a la defensiva, como cuando se lía a hablar del precio de su nuevo disco: "Lo mejor para la crisis es esta caja negra, que como buena caja negra tiene respuestas. ¿Qué otras cosas pueden comprarse con 60 euros? ¿Pueden comer sushi dos personas? Quizás sí, pero sin vino. Y ya si hablamos de travestis, cocaína... Vamos, que está muy barata la caja".
Un tesoro en el fondo del mar
Obras incompletas incluye 54 temas inéditos, tan solo una pequeña parte del monumental archivo de descartes y rarezas que Calamaro ha acumulado en la última década. "Fue imposible escucharlo todo. Es probable que acabe como Rocky, haciendo cinco partes de mis obras incompletas", bromeó. Una periodista le pregunta por las tres canciones que más le han marcado de su repertorio: "Si me costó elegir cien para este recopilatorio, ¿cómo voy a quedarme con tres?".
"Nos dimos cuenta de que era imposible escuchar todo el archivo de temas inéditos"
El artista ha prometido que este nuevo trabajo sorprenderá al público, que espera "sea capaz de terminar de escuchar algunas canciones" como El manifiesto Común. En este tema se realiza una "reducción del Manifiesto Comunista de Karl Marx" y, con un tono de denuncia, se refiere a prácticas ilegales de las dictaduras.
Lo crean o no, el hombre que en el año 2000 publicó cien canciones inéditas de una tacada se declaró ayer un artista incompleto. "Cuando tocas con el Niño Josele o Jerry González el baño de humildad es permanente", dice, y se queda en silencio varios segundos. "La capacidad para llenar lo que nos falta es lo que nos hace extraordinarios o imbéciles", sentencia y, agachándose, le susurra a Trueba: "¿Lo dije bien?".
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